En estos 20 años de emprendimientos, ademas de Analema he comenzado otras cosas y he ayudado a un buen número de otros a emprender tambien.

Cuando uno empieza algo, es un momento hermoso, lleno de esperanza y emocionante. Tambien es un momento frágil y riesgoso.

Empezar una empresa no es muy diferente de cuando nace una persona.

Cuando se empieza, esa pureza, cándidez e inocencia tiende a disisparse a medida que surgen dificultades (que siempre van a surgir) no se puede tener todo previsto y si dejamos que las dificultades nos agobien y agobien el emprendimiento los resultados seran poco favorables. Es crucial saber en lo que uno se esta metiendo y tener mecanismos para mantener la moral en alto. Atesorar la esperanza en el proyecto

Haciendo un esfuerzo consciente por ser optimista, podemos continuar emprendiendo por muchos años mas, adaptándonos. Reservar esa actitud del «yo creativo e infantil»

Nadie tiene éxito todo el tiempo, es necesario tomar riesgos calculados y cuando las cosas salgan mal, mirar a las personas con bondad, dejar ir lo que se quiera ir, reestructurar y continuar avanzando

Tambien cuando nos va bien, saber ahorrar, saber cuando ser generosos y dar crédito real a quienes nos han apoyado es extremadamente importante

Tratando a nuestro emprendimiento como si fuese un ser vivo, con bondad, cándidez, pureza e imaginación podremos emprender y progresar como personas y hacer de nuestro trabajo un aporte al desarrollo del mundo